EL FINAL DEL LABERINTO
Estoy triste porque no
te conocí cuando tenía
el juicio que tengo ahora,
por eso me ahogo en un vaso
de vino mientras me paseo
por el ágora de mis entrañas.
Extrañado de que no me haya
casado contigo,
caso las
piezas del puzzle,
pienso en el agio
de
haberte poseído
durante
un
instante.
Ya lo decían ellos:
“diem perdidi”
Vaya agravio que te digan
que no tienes juicio y tener
que buscar entre el caos el orden.
¡Ah! Entrad a mi mundo,
al laberinto, donde
no hay entrada...
ni salida.
Es una ida constante,
i-n-t-e-r-m-i-n-a-b-l-e,
interminable,
por pasadizos y callejones
que no llevan a ninguna parte.
Me guío por el corazón,
ya que me robó
los ojos un macho cabrón.
Dentro de mi mundo...
Dentro del laberinto...
Dentro del dédalo...
Sólo somos el
tiempo
que nos
queda.
Carlos Chatham 1-6-2003
TENORIO